En el año 313 (Edicto de Milán), el cristianismo adquirió la libertad de culto y se creó la necesidad de conseguir un lugar capaz de albergar a una gran masa de fieles. Se eligió así el edificio civil romano más importante, la basílica. Las primitivas iglesias cristianas adoptaron dos tipos de planta: en Occidente, se adoptó la planta basilical con una o más naves, y en Oriente, la planta circular u octogonal (derivada del edículo circular o tholos).
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