Auca (rebelde) es el nombre que les dieron los incas, mientras que ellos se autodenominaban mapuches (hombres de la tierra). Al producirse la conquista española los araucanos ocupaban la cordillera andina, desde el valle de Coquimbo hasta territorio argentino, y formaban un pueblo de cerca de millón y medio de individuos. Se dividían en tres subgrupos diferenciados que compartían una lengua y una cultura comunes: picunche, huilliche y mapuche. Vivían en aldeas permanentes y se dedicaban principalmente a la agricultura; la unidad social básica era la ruca, choza habitada por una pareja y sus hijos, y no existía división de clases; solían asociarse en confederaciones. Los araucanos contemporáneos, en su casi totalidad descendientes de mapuches, conservan algunas tradiciones, como la fe en Chau, ser superior que creó el mundo, y el respeto a la machi o curandera, figura médico-religiosa de la comunidad. De cultura más primitiva que la de las etnias del norte (agricultura rudimentaria, pesca), su organización era la de clanes familiares, que sólo se aliaban para la guerra, eligiendo entonces un jefe común (el toqui) para la duración de la contienda.
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